Etapa de transición entre La Rioja y Castilla y León, no presenta dificultades orográficas pero sí es recomendable permanecer atento en los tramos que cruzan la carretera. Ya la salida de Santo Domingo de la Calzada se produce en paralelo a la Nacional hacia Grañón, último pueblo de La Rioja en esta ruta, situado a casi 7 kilómetros de la partida.
LEER MÁSLos prados de cereal ganan terreno, como aperitivo a los paisajes castellanos, con el cartel de esta comunidad situado a 9 kilómetros del inicio de etapa y la provincia de Burgos recibiendo a los peregrinos. El primer pueblo es Redecilla del Camino, con la iglesia parroquial de la Virgen de la Calle y su pila bautismal románica.
Cruzando el río Reláchigo, las siguientes localidades son Castildelgado y Viloria de Rioja, lugar de nacimiento de Santo Domingo de la Calzada y emplazada a 14 kilómetros del punto de inicio de etapa. El Camino continúa por una pista próxima a la carretera nacional, cruza Villamayor de Río y llega hasta Belorado, pueblo de tradición peletera, con oferta de hostelería y servicios para el peregrino alrededor de su Plaza Mayor aportalada, de aspecto típicamente castellano. Capital de la subcomarca llamada La Riojilla Burgalesa, tiene un parque fluvial a orillas del río Tirón (afluente del Ebro), así como varias iglesias y conventos como la Iglesia de Santa María, la de San Pedro o la Ermita de Nuestra Señora de Belén, vestigio del antiguo hospital de peregrinos.
Consejos del Cartero
Qué ver y hacer en Belorado
“Una vez que llegas a Belorado y te instalas resulta interesante visitar por la tarde el Museo de Radiocomunicaciones, donde hay múltiples aparatos de radio muy antiguos y objetos militares de la I y II Guerra Mundial. Se puede hacer la visita guiada si se solicita en la oficina de turismo que hay en la Plaza Mayor.
También es típico del pueblo tomar algo en los bares que hay en la Plaza Mayor a la sombra de sus soportales y después dar un paseo por la ribera del Río Tirón. En verano, incluso es posible un baño, aunque el agua está muy fría. En el monasterio de Santa Clara, las monjas elaboran y tienen a la venta unas exquisitas pastas y trufas”.