Marcelino Oreja: "El peregrino es la síntesis de nuestra historia"

Treinta años después de que el Camino de Santiago fuese declarado Itinerario Cultural Europeo, Marcelino Oreja cree que sigue muy vivo. Una percepción que ya existía en el año 1987, a pesar de que la cifra de peregrinos era sensiblemente menor: unos 2.905 peregrinos frente a los 278.224 que se registraron el pasado 2016. “Se apostó decididamente por reconocer los Caminos de Santiago por ser ejemplo de diálogo intercultural y por poner de manifiesto la diversidad de Europa. Una y múltiple. Con memorias complementarias y antagónicas”, asegura Marcelino Oreja.

Esta realidad se hizo evidente en la gira europea que representantes del Consejo de Europa realizaron a los 18 países que por entonces integraban la UE. “El Camino dejó una honda huella en el continente”, sostiene el político español, quien no solo encontró evidencias de la tradición jacobea en los diferentes territorios, sino un interés profundo en la peregrinación a Santiago. Así, por ejemplo, en los Países Nórdicos descubrió que ya los vikingos habían tenido contacto con el Camino y en los Países Bálticos un buen número de capillas, iglesias e itinerarios hacia Santiago, al igual que en Reino Unido o, por supuesto, Francia. La última evidencia la halló en Liechtenstein, donde el Príncipe gobernante se declaró entusiasta del Camino, comprometiéndose a aprobar la Declaración de Santiago de Compostela bajo su turno de mandato europeo. 

Dimensión europeísta del Camino de Santiago
Como ya os contamos en un artículo anterior, la Declaración de Santiago de Compostela buscaba revitalizar el Camino a través de seis medidas: identificación de las rutas, elección de un emblema común, restauración y puesta en valor del patrimonio natural y arquitectónico, fomento de la investigación jacobea y promoción del intercambio permanente entre los territorios por los que pasa el Camino, así como de la creación artística y cultural que difunda los valores de identidad común. Para Marcelino Oreja esta Declaración mantiene su vigencia y sigue fiel a las enseñanzas del Códice Calixtino, que ya en el siglo XII marcaba itinerarios y paradas que miles de peregrinos siguen recorriendo hoy en día. 

Y es que la para Marcelino Oreja, la peregrinación a Santiago permite una lectura que va más allá de la espiritual. “El Camino unifica las distintas culturas”, asegura el ex secretario general del Consejo de Europa. Porque los caminos que van a Santiago son, a su vez, vías de civilización por las que discurre el arte románico, la literatura épica y lírica de los trovadores, la música de las clases altas y la de las bajas, la arquitectura monacal y hasta las ciudades, dando lugar a un urbanismo lineal en lo largo del territorio.

“El Camino unifica las distintas culturas”

Una visión europeísta que Marcelino Oreja comparte con el Papa Juan Pablo II y que entronca con el discurso pronunciado por el Pontífice en la plaza del Obradoiro en el fin de gira de su visita por España en 1982. “Europa vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes”. “Abrumados por el europesimismo actual, esa es la voz que debe resonar en nuestras conciencias. Debemos desarrollar un espacio europeo, una Federación de Estados nacionales. Europa no debe ser burocrática, sino democrática”, apunta.

Recuperación de los valores peregrinos
Porque para Marcelino Oreja, los valores de la peregrinación –la solidaridad, el esfuerzo compartido, la convivencia, el diálogo, el conocimiento del otro- son los verdaderos valores europeos. “El peregrino es la síntesis de nuestra historia”, sentencia el político y diplomático español, quien nos recuerda que hoy, como ayer, los que caminan hacia Compostela vuelven convertidos en otra persona: se han encontrado a sí mismos. “La ruta a Santiago guarda sus secretos únicamente para quien peregrina. Y sus valores son los que necesitamos recuperar. Europa tendrá futuro recuperando su pasado y apostando por los valores que la han hecho posible: pluralidad, cooperación, solidaridad, respeto a la naturaleza, humanismo  y equidad”, asegura.

"En el Camino hay algo que une y transforma. Una persona no acaba el Camino igual que lo empieza”

El diplomático español va más allá y asegura que un grupo de peregrinos es el ejemplo de cómo debería ser una comunidad, con los valores de la tolerancia y el respeto por bandera. “Entre los peregrinos desaparecen las relaciones y se construye un nosotros, una atmósfera de camaradería y entusiasmo poco común”, incide.

Una tolerancia y respeto que Marcelino Oreja enarbola en todos los campos, incluido en el debate tan actual de la turistificación y masificación del Camino. Para el político español, las motivaciones para hacer el Camino de Santiago son muy variadas y todas muy respetables. Especialmente, porque Oreja cree firmemente en el poder transformador de las rutas jacobeas: “En el Camino hay algo que une y transforma. Una persona no acaba el Camino igual que lo empieza”, afirma, de ahí que muchas personas que comienzan el Camino como turista acaben contagiados de un sentimiento mucho más profundo. “Sea como sea y por la motivación que sea, hay que respetarlo”.