Los valores del Camino en 12 meses
Durante este mes de febrero hemos estado buscando con vosotros todas aquellas historias que nos transmitiesen la fortaleza de los peregrinos y peregrinas que recorréis cada palmo del Camino de Santiago. Después de hablar con vosotros en nuestras páginas de Facebook, Twitter e Instagram y aquí en nuestro blog, nos habéis transmitido vuestras vivencias, todas con un nexo común: La fuerza de voluntad.
Un peregrino es espíritu de superación en estado puro. Lo vemos cada día a lo largo de las rutas jacobeas, pero es mucho más gratificante escuchar y leer lo que nos contáis vosotros:
La fuerza de la naturaleza
El Camino de Julián fue mejorando a cada paso, la incertidumbre dejó paso a la emoción gracias a todo lo que iba viendo a su alrededor de su ruta: “Mi fuerza fue aumentando día a día y paso a paso, a medida que me iba sumergiendo en el Camino, los paisajes, los pueblos y sus gentes. El cómo será mañana pasó del temor a la ilusión más impaciente y la adrenalina y la felicidad me invadían a cada momento. Es difícil explicarlo. Es pura magia”.
La fuerza fluye desde nuestro interior hacia fuera
Esto es lo que nos cuentan los testimonios de Su y María. Su nos cuenta cómo aguantó todo lo que le echaron, a pesar de que nadie apostaba por ella: “La fuerza interior me llevó a superar la fuerza exterior (nula en mi caso) y fui capaz de aguantar agujetas, contracturas y ampollas, solo pensando en que un pasito más era todo lo que debía dar”.
Tampoco confiaban en María cuando arrancó desde Francia para demostrarse a si misma y a todo el mundo, que ella podía: “Hice el camino completo desde Saint Jean Pied de Port y aunque muchos vaticinaban que no lo lograría, por mi edad y falta de entrenamiento, lo logré. Y la fuerza la encontré en el camino mismo, en las muchas horas de intimidad conmigo y en la gente maravillosa que encontré”.
Fuerzas de flaqueza
Con todo, hay muchos momentos en los que no puedes más. Incluso cuando esto llega, el Camino te dá ese empujón que necesitas. A Elisabeth esa ayuda se la dio otro peregrino, solo con palabras de apoyo: “En la subida a O Cebreiro, mis fuerzas eran mínimas y me veía incapaz cuando la voz de Fernando, peregrino de Bilbao, me gritaba: Tú puedes, sigue, tú puedes. Al llegar arriba me di cuenta de la fuerza que sacó de mi la la amistad, aunque hacía sólo unos días que nos conocíamos”.
Muy diferente es el caso de Carlos. Él es todo fuerza y potencia y lo demostró hasta equivocándose: “Un día me pasé de mi destino, Portomarín, por una señal dudosa. ¡Subí a un cerro (San Roque) y caminé 50 kilómetros!”.
La fuerza espiritual
Rosario es el vivo ejemplo de fe en el Camino: “Para mí la fuerza está en el camino hacia la tumba del Apóstol Santiago”, nos dice.
Rosario todavía no se ha olvidado de su conexión con el Camino, que ya dura casi dos décadas: “Cuando me colgué la mochila y me calcé las botas por primera vez, nunca imaginé lo que cambiaría mi vida. Desde ese día de 1999, en León, superé días de frío, calor, viento, lluvias, sudores y muchas lágrimas, ampollas, llegar a un albergue y decir mañana lo dejo… Pero llegaba mañana y con fuerza seguía caminando”.
Otro caso, el de Olga nos llena de optimismo para afrontar, no solo el Camino, sino cualquier reto vital: “La fuerza del Camino te permite vencer tus miedos interiores. Es tal la alegría qué hay en cada rincón que el dolor o cansancio físico es poco al lado del logro alcanzado en cada etapa que terminas”.
La fuerza de la vida
Por último, os traemos una historia que no se podía quedar fuera. Ellos son Juanlu y Óliver, dos peregrinos hermanos que realizaron la ruta completa del Camino de Santiago francés en 40 días. Lo que hace especial a estos hermanos es que uno de ellos, Juanlu, sufre una parálisis cerebral.
En silla de ruedas y con el apoyo de Óliver y de una gran cantidad de peregrinos que se fueron encontrando a lo largo del trayecto, superaron su reto. En este párrafo, extraído de una entrevista publicada por ABC, encontramos una de las mayores historias de fuerza que hemos visto en el Camino:
“Lo más duro de verdad es el conjunto de los 40 días, la fuerza mental y física que hemos tenido que sacar mi hermano y yo para afrontarlos. Descubrimos al superhéroe que llevábamos dentro. No sabíamos que teníamos esa fuerza mental y física. Nos levantábamos a las siete de la mañana para caminar una media de 25 kilómetros diarios. Terminábamos alrededor de las cinco de la tarde, pero igual te encontrabas con un albergue que no era accesible y tenías que subir veinte escaleras para ir al baño. Luego tenía que duchar a mi hermano y ducharme yo. Y después me ponía a editar los vídeos y a subirlos..., porque estábamos todo el día grabando. Coger el hábito de hacer todo eso fue lo más duro”.
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